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    ¿Qué es el autismo?

    ¿Qué es el autismo?

    No es fácil dar una única definición para el concepto de TEA.

    Las clasificaciones que se realizan están en continuo cambio y, a menudo, la información que se encuentra en las diversas fuentes se refieren al autismo clásico. Sin embargo, hay todo un espectro de trastornos con diferente gravedad que se engloban dentro de los llamados TEA.

    El autismo es un espectro de trastornos caracterizados por graves déficits del desarrollo, permanentes y profundos, que afectan a la socialización, la comunicación, la imaginación y la conducta, entre otras cosas. La incidencia es de unos 60 casos por cada 10.000 niños.

    El Síndrome de Asperger y el Trastorno Generalizado de Desarrollo, son alteraciones dentro de los TEA.

    La Confederación de Autismo de España destaca que cuando hablamos de autismo y de personas que lo sufren estamos hablando de un conjunto de alteraciones semejantes, pero la manifestación varía mucho en grado y en forma en función de cada individuo. Por lo tanto, la idea de tomar el autismo como un espectro continuo, más que como una categoría única, nos ayuda a entender que estamos empleando términos comunes para hablar de personas muy diferentes. Podemos decir que, si en otros trastornos ya hay grandes diferencias entre los diferentes pacientes, en el autismo ocurre mucho más. Así, se puede decir que hay “autismos”, ya que cada paciente es singular.

    El autismo es pues un espectro de trastornos caracterizados por graves déficits del desarrollo. Afectan a la socialización, a la planificación y a la reciprocidad emocional, y a veces provoca conductas repetitivas o inusuales.

    El término TEA fue empleado por primera vez por Lorna Wing, quien en 1988 expuso que las personas situadas en el espectro son aquellas que presentan:
    1- Trastorno en las capacidades de reconocimiento social.
    2- Trastorno en las capacidades de comunicación social.
    3- Patrones repetitivos de actividad, tendencia a la rutina y dificultades en imaginación social.

    En España, con alrededor de 13.000 niños afectados, las estadísticas constatan que existen entre uno y dos casos por cada 1.000 niños. Debido a este aumento, la vigilancia y evaluación de estrategias para la identificación temprana, podría permitir un tratamiento precoz y unos mejores resultados.

    Su origen se halla en una anomalía en las conexiones neuronales que es atribuible, con frecuencia, a mutaciones genéticas. Sin embargo, este componente genético no siempre está presente, ya que se ha observado que los trastornos que sufre una persona autista pueden tener diversos factores, dado que se ha descrito la implicación de varios elementos de riesgo que actúan juntos.

    El grado de severidad del autismo varía mucho. Los casos más graves se caracterizan por una completa ausencia del habla de por vida y comportamientos extremadamente repetitivos, inusuales, autodañinos y agresivos. Este comportamiento puede persistir durante mucho tiempo y es muy difícil de cambiar. Así, se convierte en un reto enorme para aquellos que deben tratar y educar a estas personas. Las formas más leves de autismo pueden ser casi imperceptibles y suelen confundirse con la timidez, la falta de atención y la excentricidad.

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