• 16 FEB 23
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    Predecir una posible tendencia a la obesidad mediante tomografía por emisión de positrones o PET

    Predecir una posible tendencia a la obesidad mediante tomografía por emisión de positrones o PET

    En los últimos años, la obesidad se ha convertido en un problema de salud cada vez más frecuente en nuestra sociedad. Si bien se han señalado diversas causas para explicar esta tendencia, como una alimentación poco saludable y una vida sedentaria, los factores económicos, sociales y ambientales también tienen su peso. Además, se sabe que la genética y las hormonas pueden desempeñar un papel importante en el desarrollo de la obesidad. En este sentido, un nuevo estudio realizado por investigadores de la Universidad de Stony Brook, en Nueva York, ha arrojado luz sobre la relación entre los niveles de estrógenos y la tendencia a la obesidad.

    El trabajo, publicado recientemente en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), fue liderado por la profesora de radiología Anat Biegon, directora del Centro de Género, Hormonas y Salud de la Escuela de Medicina Renaissance de la Universidad de Stony Brook, y se centró en la posible relación entre los niveles de la enzima aromatasa y el índice de masa corporal (IMC). La aromatasa es una enzima que tiene como función catalizar la síntesis de estrógenos. Según el estudio, a menores niveles de aromatasa, menores niveles de estrógenos y mayores niveles de IMC.

    Para llevar a cabo la investigación, se utilizaron estudios de imagen cerebral centrados en la amígdala mediante tomografía por emisión de positrones o PET. Esta técnica permitió obtener imágenes de la aromatasa cerebral, siendo esta una medida indirecta de los estrógenos cerebrales y su relación con la obesidad y otros problemas de autorregulación. En total, se analizaron los estudios PET cerebrales de 43 hombres y mujeres con una edad media de 40 años, desde pesos saludables hasta la obesidad.

    El estudio encontró una relación significativa entre los niveles de aromatasa cerebral y el IMC: a menor nivel de aromatasa (y en consecuencia de estrógenos cerebrales), mayor sería el nivel de IMC. Esto sugiere que los estrógenos pueden tener un papel importante en el peso corporal y en las respuestas conductuales a los estímulos basados en el apetito. Además, este sería el primer estudio que relaciona los niveles de aromatasa con los problemas conductuales, ya que se observó que a menor nivel de aromatasa, menor sería el autocontrol individual.

    El estudio es importante porque el marcador de los niveles de aromatasa serviría para medir el riesgo de obesidad y de problemas de autocontrol tanto en hombres como en mujeres. Por el momento, tan solo se han estudiado los niveles de aromatasa en la amígdala, pero en el futuro, se espera examinar otras regiones cerebrales donde los estrógenos también tendrían un papel regulador en el apetito y el uso de energía.

    En resumen, este estudio sugiere que los niveles de estrógenos podrían predecir la tendencia a la obesidad y que los niveles de aromatasa podrían servir como marcador de riesgo de obesidad y problemas de autocontrol en hombres y mujeres.

    Este descubrimiento puede tener importantes implicaciones en la lucha contra la obesidad, ya que ofrece una posible vía para prevenir y tratar esta enfermedad. La detección temprana de niveles bajos de aromatasa en la amígdala podría servir como una señal de alerta temprana para que las personas tomen medidas para prevenir el aumento de peso y mejorar su autocontrol.

    Además, este estudio también puede tener implicaciones en la salud mental, ya que se ha demostrado que la falta de autocontrol es un factor de riesgo para diversos trastornos mentales, como la adicción y la depresión. Si se puede prevenir el aumento de peso y mejorar el autocontrol a través de la regulación de los niveles de aromatasa, esto podría tener un efecto positivo en la salud mental de las personas.

    En definitiva, este estudio destaca la importancia de explorar los diferentes factores que influyen en la obesidad y la necesidad de abordarla desde múltiples perspectivas. La detección temprana y la prevención son claves para combatir esta epidemia que afecta a una gran parte de la población y que tiene graves consecuencias para la salud a largo plazo.

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