
Cómo saber si estas siendo victima de un golpe de calor o de una deshidratación
Con la llegada del verano y las altas temperaturas, el cuerpo se ve sometido a un esfuerzo adicional para mantener su equilibrio térmico. En este contexto, el golpe de calor y la deshidratación son dos afecciones que pueden tener consecuencias graves para la salud si no se detectan a tiempo. Aunque muchas veces se las considera problemas pasajeros, pueden comprometer seriamente órganos vitales como el cerebro, los riñones o el corazón, especialmente en personas vulnerables.
A continuación, analizamos cómo se manifiestan, a quiénes afectan más y en qué casos un diagnóstico por imagen puede resultar clave para descartar complicaciones mayores.
¿Qué es un golpe de calor y cómo se diferencia de la deshidratación?
El golpe de calor es una urgencia médica que ocurre cuando el cuerpo no consigue regular su temperatura interna y esta supera los 40 °C. Puede desencadenarse por exposición prolongada al sol, actividad física intensa en ambientes calurosos o falta de hidratación adecuada.
Por otro lado, la deshidratación ocurre cuando el cuerpo pierde más líquidos de los que ingiere, afectando el equilibrio de electrolitos y el funcionamiento celular. Si no se corrige, puede alterar el estado de conciencia, la presión arterial y la función renal.
Aunque están estrechamente relacionados, un golpe de calor es una forma más aguda y peligrosa que suele acompañarse de deshidratación.
Principales síntomas que no deben pasarse por alto
Las señales de alerta pueden variar, pero los síntomas más frecuentes incluyen:
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Fiebre elevada y piel caliente, enrojecida o seca
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Confusión, desorientación o alteraciones del estado de conciencia
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Dolor de cabeza intenso o persistente
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Pulso acelerado y respiración superficial
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Náuseas, vómitos o calambres musculares
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Sensación de debilidad, mareo o pérdida del equilibrio
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En casos de deshidratación, boca seca, orina oscura y escasa o ausencia de sudoración
Estas manifestaciones requieren atención médica urgente, sobre todo en niños, personas mayores, pacientes con enfermedades crónicas o deportistas expuestos a condiciones extremas.
Consecuencias médicas del golpe de calor
Un golpe de calor no tratado puede provocar complicaciones graves:
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Daño cerebral: La hipertermia puede afectar directamente a la función neurológica, provocando convulsiones, pérdida del conocimiento o incluso coma.
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Insuficiencia renal aguda: Al disminuir el flujo sanguíneo hacia los riñones, estos órganos pueden verse comprometidos.
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Fallos cardíacos o respiratorios: El estrés térmico afecta la contractilidad del corazón y puede generar arritmias.
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Alteraciones hepáticas: En casos graves, puede producirse una disfunción hepática secundaria.
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Coagulopatías: Se han descrito casos de trastornos de la coagulación por daño térmico.
¿Cuándo se recomienda hacer pruebas de imagen?
Aunque el golpe de calor se diagnostica clínicamente, en algunos casos es necesario realizar estudios complementarios para descartar afectaciones orgánicas, especialmente si los síntomas son persistentes o atípicos.
Entre las pruebas de imagen que pueden ser útiles se encuentran:
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Resonancia magnética cerebral: Si hay síntomas neurológicos, alteraciones del comportamiento o pérdida de conciencia.
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TAC abdominal o renal: Para valorar posibles daños en riñones o hígado en casos de deshidratación severa.
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Ecografía: Para evaluar el estado de los órganos abdominales en niños o adultos mayores con deshidratación.
Estas pruebas permiten actuar con mayor precisión y prevenir complicaciones a medio plazo.
¿Quiénes corren más riesgo en verano?
Ciertas personas son especialmente vulnerables a los efectos del calor y la pérdida de líquidos:
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Mayores de 65 años
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Niños pequeños
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Personas con enfermedades renales, cardíacas o neurológicas
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Pacientes que toman diuréticos o psicofármacos
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Deportistas y trabajadores al aire libre
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Personas con movilidad reducida o en situaciones de aislamiento social
Recomendaciones médicas para prevenir el golpe de calor
Para evitar estos problemas durante los meses de más calor, los expertos recomiendan:
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Beber agua regularmente, incluso sin sentir sed
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Evitar la exposición al sol en las horas centrales del día
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Usar ropa ligera, de colores claros y tejidos transpirables
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No realizar ejercicio físico intenso en ambientes calurosos
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Refrescarse con frecuencia y mantener buena ventilación en el hogar
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Prestar atención a los síntomas tempranos: fatiga, mareo, irritabilidad o piel seca
En personas con factores de riesgo, un seguimiento médico periódico puede ser determinante.
El golpe de calor y la deshidratación no son problemas menores. En verano, es fundamental escuchar al cuerpo y no subestimar los síntomas persistentes. La prevención es clave, pero si las molestias aparecen o se repiten, el diagnóstico precoz mediante pruebas de imagen puede evitar consecuencias mayores. Estar informado, actuar a tiempo y consultar con profesionales especializados es la mejor garantía para disfrutar del verano con salud y seguridad.
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